Saludos, comandantes!
Con mas gracia que vergüenza posteo la crónica de D&D de la sesión de anoche. Creíamos que ya nos había pasado prácticamente todo lo malo que nos podía pasar en las sesiones anteriores con esas tiradas tan malas, esos resbalones tontos en el último segundo y esos arranques de valor insensato fuera de toda comprensión. Pues bien, anoche el elemento estrella fue el fuego. Al adentrarnos en los siniestros subterráneos de una torre en ruinas hace tiempo abandonada lo primero que encontramos fue una barrera de fuego (realmente eran cuatro) que nos bloqueaba el paso al interior del complejo. Más allá, controlando un curioso mecanismo que parecía regir las fluctuaciones de las llamaradas, unos centinelas nos recibieron con chanzas, insultos y algún que otro virote de sus tan odiadas ballestas. Pues bien, tras analizar la situación, los "maestros en infiltraciones" del grupo, esto es, el halfling y el drow, se deciden a sortear las llamas. Aquí empieza el festival de desastres...
El halfling franquea y neutraliza el primer chorro de llamas pero eso fue todo. Cruzar fue una barbacoa multi-racial, todos pillamos un poquito (unos más y otros casi caen muertos). Al final el mago consiguió hacerse con la lógica del mecanismo que controlaba el fuego y el resto del grupo pudo pasar. Mientras tanto un drow se revuelve calcinado en el suelo y un halfling abrasado da saltos por los pasillos tratando de aliviar su sufrimiento, todo esto sin que el resto del grupo haga nada más que concentrarse en el próximo paso.
Tras el recodo del pasillo, una serie de estatuas de aspecto poco tranquilizador flanquean el corredor. Nuestro compañero tiflin trata de comprender el por qué de la curiosa disposición de las extrañas estatuas, errando completamente en su planteamiento. Esto nos lleva a una batalla en mitad del pasillo contra unas momias enfangadas en una sustancia necrótica a la que el grupo ya se enfrentó en Fallcrest al inicio de su historia. La situación cada vez se hace más insostenible para nuestro entrañable y desgraciado grupo. Unos asaltos más tarde consiguen derrotar a las momias y reducen a los guardias que se habían hecho fuertes tras una barricada improvisada con barriles y cajas al final del pasillo. Unos minutos para tomar aliento antes de doblar la siguiente esquina y enfrentarse a lo que los dioses dispongan...
Bueno, el ratio de pésimas tiradas en todos los ámbitos fue atroz. Se registraron 7 pifias, una por jugador (incluyendo al master). Un experto en estadística se habría compadecido de nuestra suerte. Aunque aún sigo esperando que el karma nos sonría en el próximo encuentro.
Desde luego, fue una velada divertidísima pese a las desgracias. El colofón final lo puso nuestro mago con un un solo de ukelele que nos dejó... bueno, no me salen las palabras. El próximo jueves un poquito más.
¡Ejem, ejem! No nos olvidemos de los NUEVE intentos de apagar al pequeñín en llamas, todos fallidos por supuesto. Ni de ese mismo pequeñín arrojado que cuando huele sangre se le ponen los ojicos como dos faros, mientras una sonrisa le asoma a la cara...¿quién dijo "a la carga", ein, te suena Finn?
ResponderEliminarEsta agotándose mi repertorio, que lo sepáis. Uno tiene un límite de canciones vivarachas y chanzas aplicables a nuestra mala fortuna.
Fdo: Cedric (el bardo del cuerno soplón)
Jajajajajajaja!!!! Este Finn cómo es! La verdad es que el tío en un imprudente y muy curioso. Y además, aunque nunca os lo he comentado, tiene una debilidad especial por los recuerdos y los souvenirs y el pobre está de los nervios porque no le dan ni un respiro (ni tiritas, ni agua oxigenada ni ná de ná) para recoger baratijas.
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