Saludos, comandantes!
Hay un formato de juego que a mí particularmente me gusta mucho. Son los que yo llamo "minijuegos", más que nada por el formato de caja pequeña que presentan. Seguramente todos los que leéis estas líneas conozcáis muchos de estos juegos, como Ciudadelas, Bang! o alguno de los tantos que hay. Hace tiempo me hice con uno llamado Mascarade cuyo autor no era otro que Bruno Faidutti, el creador de Ciudadelas. Mascarade es un juego de engaño, de faroleo y de perspicacia. Deberemos estar muy atentos si queremos ganar y también tener mucho morro.
El objetivo de Mascarade es conseguir reunir una cantidad determinada de monedas. Para ello nos valdremos de las habilidades de una serie de personajes que durante nuestro turno nos permitirá hacernos con más o menos monedas. Los personajes son muy variados, así como sus acciones o habilidades. Así, por ejemplo, tenemos al Rey cuya habilidad no es otra que proporcionarnos tres monedas, o al Obispo, que no hace otra cosa más que quitarle dos monedas al jugador más rico.
Las acciones las llevaremos a cabo en nuestro turno anunciando simplemente cuál es nuestro personaje (el que tenemos en la mano) y llevando a cabo su acción. El meollo de la cuestión es que en una partida de Mascarade no siempre tenemos la certeza de saber qué personaje es el nuestro ni cuáles son los del resto de jugadores.Esto es así debdo a la mecánica del juego. Al inicio de la partida cada jugador recibe una carta al azar que colocará frente a sí sobre la mesa boca arriba, de modo que todo el mundo pueda ver la carta que tienen los demás. A continuación las carta se ponen boca abajo y el jugador inicial coge la carta de uno de los jugadores y la suya y las pone bajo la mesa, donde nadie pueda verlas. En ese momento podrá intercambiar su carta con la del otro jugador o dejarlas como estaban, y luego le devolverá una carta al jugador contrario y él se quedará con otra. Esta acción se repite con los cuatro primeros jugadores y una vez completada esta ronda inicial dará comienzo el juego. A estas alturas los jugadores estarán lo suficientemente despistados (o no) como para poder equivocarse en sus declaraciones cuando les toque jugar.
Llegado nuestro turno podremos, o bien usar la acción de la que creemos que es nuestra carta, o bien intercambiarla con la de otro jugador. Cuando un jugador declara su acción se abre una ronda de alegatos en la que otros jugadores pueden impugnar la acción del jugador alegando que realmente su personaje no es quien dice ser. Si esto sucede se levanta la carta del jugador que declaró su acción y si se demuestra que no es quien dice ser éste deberá pagar una multa. Luego se intercambian las cartas otra vez y se continúa.
Mascarade es un juego que funciona muy bien con mucha gente. Resulta perfecto para grupos casuales o para aquellos a los que tampoco les va mucho los juegos con mucha chicha, aunque creo que en verdad a Mascarade no le falta ni un poco.
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