Saludos, comandantes!
Desde poco después de empezar este blog llevo dándole vueltas a dedicarle una entrada a una de esas leyendas del panorama rolero que, junto a D&D, sentaron las bases de los juegos que saldrían publicados en las décadas siguientes. Estoy hablando de Rune Quest y su original sistema de juego, el Basic Role Playing (BRP). Creo que este juego bien merece nuestra atención.
En primer lugar he de confesar que si no me he metido antes con este tema y me lo he pensado tanto es porque personalmente nunca fui muy aficionado a este juego. Fue de los primeros juegos que tuve aunque lo jugué más bien poco. Por aquel entonces Glorantha y sus peculiaridades no me atraían tanto como los mundos de D&D o La Tierra Media, y desde luego no me veía derrotando trolls en compañía de elfos en una Europa de tintes fantásticos. Sin embargo, reconozco que hoy por hoy lo veo de otra manera y no descarto regresar a las páginas de Rune Quest, sobre todo porque sé que a cierto colega rolero le gusta bastante este juego.
Bueno, ¿por dónde podría empezar a hablar de Rune Quest? Este juego ve la luz en 1978 después de que la idea original, que se remonta nada más ni nada menos que al año 1966 (unos años antes de la aparición de D&D), pasara de un mundo fantástico fruto de la imaginación de Greg Stafford a un juego de mesa llamado White Bear and Red Moon. Después de varios intentos de publicación la editorial Chaosium, creada por Stafford, publicó el juego. Dicha editorial publicaría años más tarde algunos de los juegos más aclamados del género, entre ellos, La Llamada de Cthulhu.
Rune Quest nace y crece en el seno de un mundo de fantasía medieval llamado Glorantha. Dicho mundo reúne los arquetipos de la fantasía tal como la conocemos, con sus razas humanoides inteligentes como humanos, elfos, enanos,etc, y otras más peculiares, autóctonas de Glorantha, como los broos o los hombres-pato. Entre las bestias y monstruos de Glorantha encontramos desde las más clásicas como los dragones, los orcos o los trolls, hasta algunas más originales como los pulpandantes (hombres con cabeza de pulpo).
Sin lugar a dudas, el mayor logro que se le debe reconocer a los creadores de Rune Quest es sus sistema. En la época en que se creó el juego el único referente era D&D y Rune Quest se separó de su sistema de forma diametral. Así surgió el Basic Role Paying, que se basaba en un sistema porcentual de habilidades y empleaba una secuencia de acciones basada en Momentos de Reacción. A diferencia de D&D, Rune Quest, así como los juegos posteriores que empleaban el sistema BRP, no basaban el progreso de sus personajes en niveles, sino que lo hacían mediante un sistema de mejora en las habilidades a medida que éstas se iban empleando con éxito a lo largo de las aventuras. Rune Quest también aportaba un dato muy interesante a la forma en que los personajes y las criaturas administraban el daño ocasionado por los ataques contra ellos. Había una localización de impacto y una cantidad de daño determinada en cada una de las localizaciones, pudiendo así establecer detalles como dónde se recibían los impactos y las consecuencias que ello podía tener.
El sistema de magia también era diferente respecto de D&D, ya que se basaba en diferentes aspectos y orígenes de la magia (ritual, espiritual, arcana, etc.). A mí esta es la parte que menos me gustó, aunque, como he dicho antes, bien merece ser revisitada con mucha atención mentalidad renovada.
En cuanto a las ediciones, aquí conocimos Rune Quest en su tercera edición, si no me equivoco, de mano de la editorial Joc Internacional. Durante unos cuantos años dicha editorial publicó gran cantidad de material de Rune Quest, siendo uno de los más prolíficos de la editorial y de la época. Más tarde el juego quedó estancado y con los años se publicó una nueva edición, esta vez con el título Hero Quest, lo cual llevaba a confusión dado que ese era el nombre del famoso juego de mesa ambientado en el mundo de Warhammer Fantasy de Games Workshop. La última edición, la 6ª, apareció hace poco tiempo gracias a una campaña de financiación masiva. El juego, que de nuevo retomaba su nombre clásico, tuvo buena acogida entre el público, aunque la difusión fue muy limitada.
Rune Quest merece pues un lugar digno en nuestras estanterías, ya que si bien puede que no sea el mejor de los juegos para muchos lo que es indiscutible es que sembró un campo que dio unos frutos magníficos.
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